Escucho el quinto y último trabajo de Manolo García, “Los días intactos” y no deja de sorprenderme. He de reconocer que los anteriores me dejaron indiferente y ya estaba casi convencido de que el bueno de Manolo era un artista con un buen puñado de canciones pero sin nada nuevo que ofrecer. Un error que ya cometí en su día cuando escuché “Astronomía razonable” de El Último de la Fila y creí que era un grupo agotado. Sin embargo, luego apareció el, para mí injustamente despreciado, “La rebelión de los hombres rana”. Ahora, cuatro discos después de su primer trabajo en solitario aparece este “Días intactos”, un disco sólido, sin fisuras, donde el García muestra toda su madurez musical, aunque curiosamente suene más guitarrero, como aquellos primeros conciertos con Portet donde las guitarras eléctricas prevalecían sobre las acústicas.
Manolo García no tiene prisa ni presión comercial. En realidad nunca la ha tenido. Ajeno siempre al escaparate de la música enlatada, da la impresión de que solo publica material cuando tiene algo que decir. Lástima que sólo sea cada tres o cuatro años.
En definitiva, el García me ha vuelto a enganchar. Y lo reconozco, descargué el disco de una diabólica página de descargas, pero luego pagué bien a gusto los once euros y medio por el original. Merece la pena.
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