14 de diciembre de 2015

El Valle del Loira en bici. Día 3: Amboise-Chenonceaux-Amboise

Es hora de dejar Tours y partir hacia nuestro siguiente destino, Amboise. Cogemos nuestras mochilas y nuestras bicicletas y viajamos en tren los 17 kilómetros que separan las dos ciudades. Es algo que ya habíamos decidido de antemano. Los recorridos entre las ciudades donde íbamos a dormir los haríamos en tren. No nos apetecía ir cargados. No obstante, las distancias ya veis que son cortas así que se puede hacer todo el trayecto en bicicleta.

Nuestro hotel de Amboise, La Brèche, está justo al lado de la estación de tren. Cuando entras al hotel hay una zona ajardinada con mesas. El hotel tiene realmente dos partes: un edificio con habitaciones, lo que sería un hotel convencional y en esa misma zona ajardinada unas cuantas habitaciones a pie de calle (o de jardín, como queráis llamarlo). Nosotros estuvimos en una de estas últimas. Era una habitación pequeña pero cómoda. Este hotel sí que tiene restaurante (que no utilizamos) y el desayuno no está incluido en el precio de la habitación. Como el hotel de Tours, también tiene un garaje para guardar las bicicletas de los clientes.

Nuestro tercer día vamos a dedicarlo a visitar el castillo de Chenonceau, situado en el pueblo de Chenonceaux, a unos 15 kilómetros de Amboise. La salida de Amboise es por una carretera convencional, aunque no hay tráfico intenso pese a ser un destino turístico. Apenas a unos kilómetros hay un desvío por el que entras a una pista asfaltada que cruza un bosque y por la que no circulan vehículos a motor. 

Bosque a Chenonceau
Cruzando el bosque

Una vez sales del bosque continúas por una carretera. La mayoría de las vías ciclistas discurren por carreteras antiguas que ya no son transitadas por coches porque existen otras nuevas en mejores condiciones para ellos.

En una hora y media aproximadamente (sin prisas), llegamos a nuestro destino. En los dominios del castillo está prohibido entrar con comida (hay un restaurante dentro, eso sí). Sin embargo, justo a la entrada hay un puesto de comida (bocadillos, pizzas…). Nuestro primer pensamiento es que van a hacer negocio con la excusa y el precio va a ser desorbitado. Pero no. No es más caro que si lo compras en cualquier otro establecimiento (eso no quiere decir que sea barato, que estamos en Francia).

El Castillo de Chenonceau es el segundo palacio más visitado de Francia tras Versalles. Y la verdad es que lo ratificamos enseguida. Estaba abarrotado de turistas y aunque en los jardines no se notaba tanto, en el interior del castillo había momentos de un poco de agobio, sobre todo en la entrada. No obstante, si sólo tenéis dinero para una visita, gastároslo en este castillo, no sólo por su belleza sino también por su historia. Llamado también el Castillo de las Damas, fue construido en 1513 por Katherine Briçonnet (en realidad pertenecía a su marido, Thomas Bohier) sobre los pilares de un molino y un anterior castillo fortificado, posteriormente fue embellecido por Diana de Poitiers y por Catalina de Médicis y salvado del rigor de la Revolución por la Señora Dupin. Como curiosidad (una de muchas), durante la II Guerra Mundial el castillo se encontraba entre la zona ocupada y la zona libre demarcada por el río Cher, por lo que se utilizó como via de huida. 

Chenonceau
Vista del castillo desde los Jardines de Diana de Poitiers

Chenonceau
El castillo sobre el río Cher

Chenonceau
Vista de la Torre de los Marques desde el interior del castillo

Chenonceau
Vista del castillo desde los Jardines de Catalina de Médicis



En definitiva, un castillo espectacular, sin duda el más bonito de todos. Tras pasar el día entre sus muros y sus jardines, es hora de volver a Amboise por la misma ruta por la que habíamos venido por la mañana. Cenamos a los pies del castillo de Amboise y a dormir temprano.






No hay comentarios :

Publicar un comentario